Ornamento y Delito nace en Madrid tras el traslado del bilbaíno GG Quintanilla (voz y guitarra), excelente letrista con un largo pasado en proyectos subterráneos y una capacidad única para retratar el descontento generacional. Junto a Roberto Berlanga (guitarra) y David Talbaila (batería), pone en marcha el germen del grupo, cuyo nombre toma del manifiesto del arquitecto Adolf Loos: una declaración de intenciones que aboga por despojarse de lo superfluo para centrarse en lo esencial.

A la formación se suma Ricardo G. Paunero (Disciplina Atlántico), consolidando una banda de discurso tan afilado como su sonido. Tras autoeditar tres discos-maqueta, encargan la producción de Rompecabezas de moda y perfección moral a Abel Hernández (El Hijo), con la intención de proyectarse más allá. Y así sucede: fichan por Limbo Starr y logran colarse entre los mejores discos del año para la crítica especializada, con comparaciones que van de Joy Division a Surfin’ Bichos o Nacho Vegas. El disco se convierte en su pasaporte a salas y festivales como Primavera Sound, Let’s Festival, Emergència o South Pop.

En 2011 publican Adorno, grabado por Edu Baos (ex Tachenko, León Benavente) y mezclado por el doble ganador del Grammy Alfonso Ródenas. Más crudo, visceral y expansivo, su segundo álbum amplía su universo sonoro: ruido, punk, post-punk, indie noventero, nueva ola, rock radical… una suerte de iconoclastia sonora que sacude sin pedir permiso.

Con El espíritu objetivo (2014), la banda refina su fórmula con una fuerte presencia de electrónica y sintetizadores, dejando que la influencia de Joy Division y New Order impregne su propuesta. Un disco más bailable, sí, pero con los dientes apretados. La revista Rockdelux lo colocó entre los cinco mejores del año.