«El amor y las mayorías» (Limbo Starr, 13) es un disco político. O no. En realidad es un disco sobre la intimidad en unos tiempos en que la política y la economía lo han mediatizado todo. También es un nuevo ejercicio de claridad pop en una era en que todo parece enmarañado y caótico. Tachenko hace tiempo que conquistaron la madurez y desde su atalaya zaragozana siguen dando forma a discos impecables, sin nada que demostrar a nadie.

«Pensábamos que podíamos vivir al margen de todo, pero no es tan fácil».Sergio Vinadé habla de política. De cómo la voz de Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal y Angela Merkel han entrado a formar parte de nuestro día a día, modulando nuestro estado de ánimo, afectándonos de formas que nos cuesta confesar. «En el fondo, es algo que nos influye en nuestra vida y en nuestro día a día. Desgraciadamente el lenguaje político y económico ha pasado a formar parte de nuestra intimidad».De eso va, más o menos, «El amor y las mayorías», el nuevo disco de los zaragozanos, por ahí se mueve, sin quedar claro si es un disco sobre política narrado desde el microcosmos de una relación o un disco sobre amor tratado con el lenguaje desapasionado y cruel de la barbarie democrática. «Nunca empezamos un disco a partir de una idea concreta. Las canciones van surgiendo inconexas, pero luego vas tirando de un hilo y vas viendo que hay ideas similares. La temática de las letras, cierta manera de arreglarlas… Son cosas que surgen en el local, con el grupo, que es cuando las canciones toman color. No ha sido algo premeditado. No pretendíamos dar una imagen más politizada del grupo, pero está claro que, cualquiera que sepa leer entre líneas, va a entender cuál es nuestra postura vital y cómo vemos las cosas».

Algo evidente ya desde los títulos de algunas de las canciones, pero sobre todo en unas letras que usan el lenguaje de las noticias para hablar del día a día, haciendo de este un extraño tratado de canción protesta. «No creo que pueda hablarse de disco político», aclara Vinadé«Para Tachenko quizás sí, porque siempre hablamos desde lo personal y de los sentimientos; sí que es un disco más claro en ese sentido. Como compositores, lo que de verdad nos interesa es la intimidad». Y ha sido así desde su debut, años después de la disolución de El Niño Gusano.

Tachenko

Desde entonces Tachenko se han mantenido en una respetuosa segunda línea del indie nacional; a diferencia de otros compañeros de generación nunca han disfrutado de una popularidad exagerada, pero siguen contando con sus fieles de toda la vida, algo que les permite seguir grabando discos y salir de gira, para ellos, lo más importante. «Somos conscientes de nuestra trayectoria. De lo que somos y lo que no. Nos sentimos privilegiados, porque cuando sacamos un disco tiene una repercusión, podemos salir de gira. Eso es lo que nos mueve y más nos gusta: poder grabar y tocar. Sólo nos preocupa hacer las mejores canciones posibles, tocar lo mejor posible, y luego, lo que venga, ya no depende de nosotros». Sí depende de ellos el trabajo. En el «El amor y las mayorías» vuelve a brillar su esfuerzo por pulir y sublimar las melodías, hacer de cada canción un pequeño tratado de buen oficio. «Somos muy críticos con lo que hacemos. Siempre le damos una gran importancia a la canción y a las voces y eso supone que hay que trabajarlas de verdad».

Es esa dedicación lo que les ha llevado a ser uno de los grupos más unánimemente respetados de la escena nacional (hablando de mayorías), aunque las buenas críticas nunca se hayan traducido en ventas. «Este año hará 20 años que estoy tocando, desde que empecé con El Niño Gusano, y siempre ha sido lo mismo. Ahora hablan de El Niño Gusano como si fuéramos no sé qué, pero era todo exactamente igual: generábamos unas críticas cojonudas, pero a nivel de funcionamiento y a nivel económico era exactamente lo mismo que Tachenko. Lo que pasa es que tras la disolución del grupo quedó ese aura especial».

La broma es que Tachenko no se han disuelto a tiempo. A él le hace gracia.«Nos quedan las ganas. Nos gusta mucho hacer canciones y tocarlas. Creo que todavía vemos esto como lo que empezó siendo, un hobby siempre al límite de la profesionalización. Siempre estamos ahí en la frontera. Afortunadamente sabemos llevarlo. El éxito depende de muchas cosas que nosotros no estamos dispuestos a hacer. No somos muy de hacer guiños a la galería». Aunque Vinadé lo tiene claro: «A mí me gustan muchísimo los discos de Tachenko. Soy muy fan mío. Y mientras haya otra gente a la que también les gusten, pues perfecto. Ahí se acaba el discurso».

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