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Maga

Maga

La música de Maga expone su particular forma de ver el mundo, como la varita mágica que hace posible el deseo de convertir lo agrio en dulce y viceversa; lo doloroso en placentero; lo odioso en adorable; lo blanco y negro en color. Hablar de ellos resulta fácil y complicado a la vez, como su propia música, repleta de melancolía en sus letras y unas melodías que tienden al optimismo rítmico.

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Miguel Rivera (vocalista, guitarrista y teclista), Javier Vega (bajista) y David García (batería) tomaron el nombre de Maga de uno de los personajes de Rayuela -la laberíntica odisea parisina obra de Julio Cortazar-, cuando decidieron cambiar el de Supertube por otro que estuviera más acorde con su paso del inglés al castellano.

Bidimensional (Limbo Starr, 2001) fue su primer epé, y supuso el descubrimiento de un grupo que intercambiaba en sus temas estados de ánimos casi opuestos, ascendiendo de las frescas alturas del pop para descender a los abismos de ese género indeterminado que es el desencanto. el disco fue producido por Paco Loco, que fue quien hizo despertar el interés por el grupo a David López, que por entonces estaba montando su propio sello (Limbo Starr). Cuesta aceptar que sólo fuera un epé, tal es el peso y empaque de, sencillamente, estas cuatro grandes canciones.

El resultado es una vista panorámica ante los altavoces. Como dice la letra de «des-pi-de», el primer corte, «necesito ver colores» y se ven, chispeantes en el horizonte, brillando en el atardecer… aún así, buscando bien, hay referentes, aquellos que nunca debimos haber perdido, y aparecen como fogonazos que te revuelven algo dentro: la excitación de unos Pixies primigenios, la brillantez armónica de los mejores Boo Radleys o la búsqueda formal de Radiohead, por citar algunos. Y hay todavía otro dato interesante: su elegante abducción de la tecnología punta (programaciones de ordenador) o retrofuturista (teclados analógicos)-, que aunque aporta una nueva dimensión -otra más-, forma un mismo cuerpo orgánico con la base rock: bajo-guitarra-batería. Bidimensional fue elegido uno de los mejores epés del año por la revista Rockdelux y demás prensa especializada, y el Festival Contempopránea los eligió grupo rock revelación del 2001.

Su primer elepé, Maga (limbo starr, 2002) «el blanco», coproducido también por el grupo junto a Paco Loco durante enero y febrero de 2002 -con la colaboración de Fabián Romero en las mezclas, técnico de sonido y parte fundamental del grupo-, nos sugiere una forma muy concreta de escucharlo: tumbados en la cama, mientras pensamos en nuestros problemas o en esa persona que nos presentaron ayer mismo y que nos resultó tan interesante. Desde que el disco se abre con «con viento del este hiciste una cama, soplaste sobre ella para templarla» («diecinueve»), queda patente el fundamental papel que para ellos tienen las letras. Sus canciones no cuentan historias, al menos en el sentido narrativo convencional, siendo más bien proyecciones de imágenes; fruto de vivencias personales, reales o imaginarias. Una acumulación de sentimientos contradictorios compilados en una especie de caos ordenado. Porque la música de Maga tiene poesía, y las letras son la vía para transmitirla. Once canciones lo componen -todos los álbumes del grupo tienen el mismo número de canciones, ¿pura casualidad?-, más dos interludios instrumentales «escondidos», nombrados como dos de los ministerios de la novela 1984, de George Orwell. Un abanico sónico que encierra la pulsión del rock -gracias a la solvencia del trío-, donde las cuerdas y los teclados analógicos componen junto a los instrumentos eléctricos y acústicos un ente orgánico. Cierra el círculo de este disco tan sorprendente como especial su diseño, en el que continuando con la expresión minimalista, utiliza la cama como elemento único polivalente donde se experimentan infinidad de emociones dispares e, incluso, contradictorias como la seguridad, el bienestar, la ternura, el amor, la pasión, la enfermedad, el frío, la congoja o la soledad. De nuevo aparecieron en varios medios especializados entre lo mejor del año, y la canción «diecinueve» mereció estar en las listas de las mejores. Fue el primer año que Maga tocó en el festival internacional de Benicassim e hicieron una extensa gira por toda la península.

Su segundo álbum fue editado en mayo de 2004, después de un largo proceso marcado por la experimentación y la búsqueda. Fue producido por el grupo -esta vez junto al ex-Supertube Jordi Gil, quien desde entonces les ha acompañado en estas labores- y grabado en el estudio Sputnik de Sevilla. De nuevo de título homónimo al grupo, en «el disco negro» nos encontramos de nuevo electricidad, electrónica, poesía y pop de altos vuelos; los referentes que les llevaron, paulatinamente, a ser uno de los nombres importantes de la escena, y más importante aún, conseguir, con sólo dos álbumes y un epé, crear un universo sonoro tan propio que con sólo escuchar unas notas de cualquiera de estas nuevas canciones la mente viaje a su particular mundo. Por tercera vez consecutiva otra de las fortalezas se encuentra en sus arriesgadas letras no argumentales, que invitan a observar los versos como fotogramas, como secuencias sin guión. Poesía embebida que, como si se tratase de su custodiado manual de estilo aplicado a medias (Miguel Rivera y Javier Vega), constituye y reafirma la personalidad onírica del grupo. Un original paisaje de colinas sembradas de alfileres invita a compartir la melancolía del ser que llora lágrimas de sangre (ver portada del disco diseñada por la ilustradora Granada Arias). Tocan por segunda vez en el FIB, y a finales de ese año editan un nuevo epé, «Blanco sobre Blanco», el cuál incluía -además de las cinco canciones- los vídeoclips de la canción titular y de «Un lugar encendido» -primer single extraído del álbum- así como la grabación en imágenes en el estudio de la canción «Paracaídas». Ese año el grupo viajó a Argentina a presentar sus canciones en directo, donde fueron acogidas con especial entusiasmo.

El 2005 les llevó de nuevo de gira, tanto eléctrica como electroacústica, quedando como documento los conciertos registrados en la Sala Bikini y La Paloma de Barcelona, (publicados ambos en el CD-DVD recopilatorio de 2008). Con cada gira y cada nueva entrega se demuestra que Maga tienen una legión de fans muy sólida -se hacen llamar «los celestes»- para los que el grupo supone algo más que eso.

Su siguiente álbum, Maga (Limbo Starr, 2006) «el rojo», empezó a fraguarse a finales del 2005. Este nuevo trabajo bebe de los anteriores en cuerpo y alma, pero se envuelve en un sonido más directo y compacto que su predecesor. Después del paso por la oscuridad y el barroquismo que supuso su anterior álbum, regresan a la luz. Si su anterior álbum fue motivo de controversia para los seguidores de su vertiente más pop, este álbum supone una vuelta a formas más inmediatas, y condensa los elementos que les han supuesto granjearse un sonido propio: la pegada de un trío solvente, el uso de las melodías y la poesía de una forma muy personal; además de la peculiar modulación de la voz y la aparición de colores como teclados, cuerdas o la electrónica.

Con la edición del recopilatorio Maga 2001-2008, el grupo y Limbo Starr dan por concluida su etapa juntos, con la grata sensación de haber ayudado a que la música del grupo fuera grabada y editada de la manera más cuidada para llegar a ti de la forma más respetuosa posible a como ellos la crearon.

Integrantes

Miguel Rivera (1974), voz, guitarra, teclados y programación, vive desde muy pequeño por y para la música. Formó su primer grupo a los trece años. Desde entonces y hasta hoy han sido muchas las formaciones, canciones, colaboraciones, conciertos y grabaciones. Estuvo en el kilómetro 0 del indie pop poniendo las bases de aquellos Long Spiral Dreamin’ sevillanos que bebían de influencias británicas de los noventa. Lo más importante, un EP «Seaworld» (1994) y un LP «Chemins de fer» (1995), además de la participación en los recopilatorios  “Warsaw”, un homenaje a Joy Division y «El Colectivo Karma”, compilación que sirvió de presentación del sello del mismo nombre integrado por cuatro grupos (Sr. Chinarro, Strange Fruit, Long Spiral Dreamin’ y La Máquina Blonde). Un poco más adelante, ya con Supertube, un EP homónimo (1996) y un LP «Siòg» (1998), editados por OVNI Records (Green Ufos), además de la participación en el recopilatorio «Punkadelia» y Benicassim 98.

Como teclista ha participado en los discos «Extra» de Australian Blonde, «Momento» de Steve Wynn con Australian Blonde y «Amplifier» de Jet Lag.

También ha participado como co-compositor de las B.S.O. de las películas de Santi Amodeo «El factor pilgrim» y «El traje» así como de varios cortometrajes. Fue precisamente para la banda sonora de «El factor pilgrim» que Rivera compuso en inglés “Vibroluxe”, que interpretó con Supertube. Un año después, la misma melodía con versos en castellano se tituló “Medusa”, y fue la primera canción de Maga (nombre que adoptaron al pasarse al castellano).

En 2020 publica su primer libro «Sistemas binarios» una colección de poemas y textos narrativos al más puro estilo de su música.

David García (1971), batería, descubrió a los trece años que no con una varita sino con dos se podía hacer magia si con ellas golpeaba cualquier superficie que emitiera sonido. Desde entonces, además de estudiar percusión en el conservatorio, formó parte de diversos grupos como Flung, Doce y los anteriormente citados Supertube. En 1994 compuso y grabó la música para el corto «Cinco sentidos».

En 2008 Pablo Cabra toma el relevo de David García a la batería.

Javier Vega (1975), bajo, comenzó sus estudios de clarinete en el conservatorio a la tierna edad de 8 años. Algunos años más tarde abandona el instrumento de Woody Allen por su bien amado contrabajo y su hermano rockero. Entre sus formaciones destacan Pinball y Supertube. También ha participado como co-compositor de las B.S.O. de las películas de Santi Amodeo «El factor pilgrim», «El traje» y de varios cortos. También ha formado parte del grupo de acompañamiento de Antonio Luque (Sr. Chinarro).

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