
Chucho
Hubo un tiempo en el que pronunciar por aquí la palabra alternativa se asociaba a atajos para llegar antes y por peores carreteras, e independencia, ineludiblemente, a nacionalismo. Con el tiempo -y el mal uso- estas palabras perdieron todo su sentido asociadas a la música —si es que en algún momento lo tuvieron-, pero allá por los finales 80, los albaceteños Surfin’ Bichos —con Fernando Alfaro al frente- hacían migajas, a la par que ponían en circulación, estos calificativos.
La historia de los Surfin’ es eso, historia —que puedes conocer a grandes rasgos en el libro que se editó sobre ellos «Surfin’ Bichos: Sermones en el desierto» de Jota Martínez Galiana-, pero como Alfaro nos recuerda desde sus diarios, los discos siguen haciendo su labor de demolición y, si como desde el subtítulo del citado libro se nos recuerda que, aquello fue predicar en el desierto, este a su vez presupone un oasis; y esto es lo que supusieron, en definitiva, el inolvidable grupo manchego.
Fernando desapareció —o lo pretendió- por breve espacio de tiempo, en el que ayudó a los psicopunkpopsquizofolkrockers Kebrantas a grabar su primer y único álbum, Amateur (Radiation, 1995), y ellos, sin pretenderlo, le recordaron lo excitante que puede resultar vivir con un pie fuera de la ley, y lo más importante, que no se puede poner puertas a las llamadas del interior, más si estas tienen forma de canción.
Y teniendo claro el fondo, buscó la forma, se asoció a los ex República Gorila Juan Carlos y Javier, y fundó Chucho. Pero no satisfecho en este terreno, puso la primera piedra de Limbo Starr para dar salida a los primeros registros sonoros de su nuevo grupo.
El primer EP de Chucho, editado en 1995 como referencia inaugural de Limbo Starr, reúne cinco canciones cargadas de espíritu punk y energía visceral que marcaron el inicio de la reencarnación musical de Fernando Alfaro. Muchos seguidores del grupo reconocen que aquí se recogen algunas de sus mejores canciones , y esto es decir mucho. «Conexión de hueso», «Ladrándole al infierno», «Breath» y «Esto es mi sangre»,